Hay preguntas que son difíciles de responder... o que es mejor no responder

Después de estos días tristes e insípidos que se han vivido, por desgracia en Benacazón, he decidido reanimar esto de la mejor forma que sé: escribiendo. ¡Ah! ¡Hay primicia! Por esta vez, no criticaré a nadie; me limitaré a daros una información que, por lo menos a mí, me ha parecido de lo más interesante, y que ha hecho que, en mis (pocos) ratos libres me dedique a ahondar sobre ello. Espero que os guste :) .

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En la pasada excursión de fin de curso (aunque fuese en abril) que hicimos a Madrid, una tarde nublada en la que paseábamos por una de las calles céntricas de la capital, decidí entrar en la Fnac y echar un vistazo a la sección de libros. En un principio no deseaba comprar ninguno, simplemente ojear y deleitarme con los títulos (o asquearme), para luego dejar los diez euros que llevaba bien guardados en mi cartera.
Sin embargo, al llegar a la sección de Historia (L), un libro llamó mi atención descaradamente. Era pequeño y algo grueso, con una portada de lo más sugerente para los que, como yo, amamos la Historia. El Testamento Maya, se llamaba. Ya había oído hablar de él, y como costaba bastante barato para ser un best seller, decidí comprármelo.
Una vez volvimos de Madrid comencé a leerlo. Y se convirtió en una droga. Jamás, en toda mi pequeña vida, he visto un libro que posea tal capacidad para crear un verdadero síndrome de abstinencia en el lector. Sólo he leído un libro que se le parezca en eso, Bosque Mitago, de Robert Holdstock.
Una vez que hueles sus páginas, admiras la forma de su letra y comienzas a leer, es completamente imposible parar. Por lo menos, yo era incapaz.
A medida que leía, el libro se volvía más y más interesante, hasta tal punto que llegué a llevarme cerca de dos horas y media seguidas envuelto entre sus páginas.
Y, por fin, logré terminarlo. Mi veredicto sobre él no puede ser más satisfactorio: interesante, con acción, con amor, con historia y, sobre todo... con misterio. Un misterio tan antiguo como la propia especia humana... y tan descabellado como posiblemente real.
A pesar de ser un relato del fin del mundo, no fue todo lo catastrofista que yo creía, y eso me alegró sobremanera. Además, su autor, Steve Alten, avisa de que es una mera obra de ficción.
Sin embargo, lo que encierran sus páginas es turbador, aun a sabiendas de que es todo mentira... ¿o no?
Dejando a un lado toda la mitología maya que describe Alten en el libro, da algunas explicaciones lógicas a fenómenos bíblicos, como por ejemplo el diluvio universal. Según Alten, el diluvio no fue, en realidad, una tremenda tromba de agua que duró cuarenta días, sino el proceso de deshielo de los enormes casquetes polares que, hace millones de años, cubrían casi por completo el Hemisferio Norte de la Tierra.
Y, casi durante toda la acción de la obra, la co-protagonista, Dominique, se hace la mista pregunta: ¿Cómo pudieron los mayas hace cientos de años construir pirámides que el hombre actual, con todas las herramientas y la tecnología que posee, sería incapaz de construir? ¿Cómo los egipcios pudieron trasladar bloques de piedra, desde las canteras al Valle del Nilo, simplemente con sus manos y su fuerza?
Son preguntas difíciles de responder... o que es mejor no responder. Alten, en su libro, da una respuesta... que, a priori, puede parecer ficticia. Y puede que lo sea, verdaderamente. Pero también puede que no.
No quiero dároslo todo mascado... pero si me queréis pillar por donde voy.... tendréis que realizar las tareas que ahora mando para casa (no van a ser siempre los maestros los que pongan deberes, ¿no, Ángel? ¬¬)
Buscad información sobre los Nephilim y sobre Kukulkán. Y si podéis leeros un poco la blibia maya, llamada Popol Vuh, mejor que mejor.
Espero que, en vuestros comentarios, consigáis que esta entrada pueda tener segunda parte, en la que ahondaré todavía más sobre estos tres términos, y os revelaré, en cierto modo, lo que Alten quiere dar a entender en su libro.
Puede que todo sea ficción...